Tenemos emociones similares a las de los grandes simios
Nuestras emociones apenas se distinguen de las de un simio
«Amos», un chimpancé macho de 26 años, no demasiado mayor, se puso enfermo. Resultó que tenía un hígado de un tamaño mayor de lo normal y probablemente cáncer. Sufría y le costaba respirar, así que sus cuidadores le aislaron en una habitación con un agujero en la puerta. Una hembra de la colonia empezó a recopilar virutas para que estuviera más cómodo. Como él no las utilizaba, decidió meter su mano por el agujero y colocárselas tras su espalda, de la misma forma que un familiar ahueca la almohada de un enfermo en la cama de un hospital. Amos murió pocos días después y todos sus congéneres se mostraron afectados, silenciosos y sin comer.
Esta historia tan humana ocurrió hace poco en el Centro Yerkes de Primates, en Atlanta (EE UU), donde investiga Frans de Waal (Países Bajos, 1948), uno de los principales primatólogos del mundo, que ayer visitó Madrid para impartir una conferencia en un ciclo científico de la Fundación Banco Santander. De Waal, autor de varios libros como «El mono que llevamos dentro» o «La edad de la empatía», cree que este ejemplo, como otros muchos, demuestran que todos los grandes primates sienten empatía, es decir, se ponen en el lugar del otro, e incluso son capaces de elaborar estrategias para mejorar la vida de los demás, algo que, hace un tiempo, jamás se hubiera reconocido en un animal.
- ¿Cómo demuestran los simios su empatía?
- Cuando los niños humanos ven a miembros de su familia que sufren o lloran, normalmente corren a acariciarlos, tocarlos, tratan de consolarlos de alguna forma. Los simios tienen reacciones similares cuando uno de ellos tiene una pelea o se cae de un árbol. En los humanos, las niñas suelen ser más empáticas y lo mismo ocurre con las hembras en los primates. También lo demuestran con la sincronización corporal. Si uno está triste, se ponen tristes. Existe un contagio, como con los bostezos. Realizamos una animación en la que un mono bostezaba y se la mostramos a otros reales. Después de unos segundos, empezaban a bostezar.
- ¿Esto tiene que ver con lo que llaman neuronas espejo
- Sí, las neuronas espejo forman parte de los procesos de empatía en los seres humanos, pero no fueron descubiertas en humanos, sino en macacos.
- Entonces, podemos pensar que el altruismo forma parte de la naturaleza.
- El altruismo se puede considerar una extensión de la empatía. La empatía significa ser capaz de comprender al otro, mientras que la simpatía es dar un paso más allá, entrar en acción y tratar de mejorar su situación.Y esto es lo que lleva al altruismo, algo común en los mamíferos y quizás en los pájaros, pero no en peces o insectos.
- Si los chimpancés estuvieran en las casas, domesticados como lo están los perros, ¿serían diferentes?
- Los chimpancés son muy malas mascotas. Hay un famoso caso reciente en EE.UU en el que un chimpancé arrancó la cara a una mujer que iba a visitar al propietario a su casa. Los chimpancés pueden ser hasta cinco más veces más fuertes que un ser humano. Cuando crecen, sus dueños les meten en jaulas y no se atreven ni a limpiarlas. Es un situación muy triste. Los zoos no los quieren, porque están humanizados y no se integran, así que al final se les acaba matando o se les lleva a un santuario de chimpancés.
- ¿Es correcto hablar de moralidad en los grandes primates?
- No podemos hablar de moralidad en el sentido humano. Los simios no debaten sobre qué es correcto o no, pero sí tienen algunos elementos que se usan en nuestro sistema moral. Muchos fílósofos, como los kantianos, quieren hacernos creer que los humanos nos sentamos alrededor de una mesa y discutimos de manera racional qué es lo correcto y qué no, y eso nos lleva a establecer reglas morales. Pero olvidan que en la moralidad del ser humano hay muchas emociones básicas como la compasión, la reciprocidad, la obediencia a las reglas y la empatía que también se observan en los grandes primates. Pocos filósofos tienen esto en cuenta, como David Hume o Adam Smith, que tanto gustaban a Darwin.
- En todos sus años de trabajo, ¿qué es lo que más le ha sorprendido?
- La capacidad que tienen los grandes primates de reconciliarse después de una pelea. Se abrazan y besan. Los elefantes y hienas también se reconcilian. Puede parecer algo banal, pero este descubrimiento ocurrió cuando la teoría predominante era que las sociedades animales estaban basadas en la competición. Esto también me hizo ver la sociedad humana de otra manera.
- ¿Cree que el descubrimiento de las emociones en animales pueden molestar a alguien?
- Sí. Para mí, hay dos tipos de personas. Los que cuando les dicen que los animales tienen emociones contestan, «por supuesto, mi perro las tiene». Y los que se sorprenden muchísimo e incluso reniegan. Personalmente, como biólogo sé que el ser humano es un animal que desciende de otros, así que la idea no me resulta sorprendente. El mensaje de Darwin tarda en llegar a mucha gente.
- Si tuviera que elegir una sola cosa, definitiva, que nos separa de gorilas o chimpancés, ¿cuál sería?
- El lenguaje.