Los gorilas se comunican con sus bebés mediante gestos.
Cuando estudiaba cómo se comunican los gorilas en cautiverio, la directora del estudio Eva Maria Luef descubrió que los mayores de tres años tenían una forma especial de interactuar con los más jóvenes.
Al relacionarse con los bebés, los gorilas más mayores repetían gestos como acariciar o agarrar sus mandíbulas con más frecuencia que con sus iguales. «Nos sorprendió ver cómo todos se dirigían a los bebés de forma diferente», declara Luef, del Departamento de Educación y Psicología de la Freie Universität de Berlín, cuyo estudio ha sido publicado en la revista Journal of American Primatology.
La comunicación entre adultos y niños, independientemente del idioma, suele tener un cierta musicalidad, intercambiando tonos más altos y más bajos.
Hasta ahora, el macaco Rhesus es el único primate no humano que utiliza sonidos en lugar de gestos para relacionarse con sus hijos.
En 2011, Luef y la coautora del estudio Katja Liebal grabaron en video a los gorilas en dos zoológicos: el Zoo Leipzig de Alemania y el Howletts Wild Animal Park, de Reino Unido.
El equipo observó a 24 gorilas, a los que separaron en cuatro grupos dependiendo de la edad (entre bebés y adultos).
Los científicos estudiaron su comportamiento durante los juegos, que empezaban y terminaban intercambiando gestos con la cabeza, las extremidades y distintas posturas, para manipular el comportamiento de otros gorilas.
Así, analizaron cada gesto y descubrieron que los tres grupos de mayor edad tocaban más a los pequeños.
«Quizá los adultos lo tengan en mente a la hora de comunicarse con ellos, saben que los bebés prefieren la comunicación física».
Igualmente, es posible que los más mayores sepan que su mensaje es más fácil de comprender si lo repiten.
¿Pistas para comprender la evolución humana?
La investigación «señala lo que probablemente los expertos ya habían observado o sospechado con anterioridad», señala vía email Steve Ross, director del Centro E. Fisher para el Estudio y Conservación de los Primates.
«Creo que podemos utilizar esta información para hacernos una idea de la evolución del comportamiento humano», añade Ross, que no participó en el estudio.
Por ejemplo, los gorilas aprenden a través de la observación pasiva, mientras que los humanos aprenden conceptos y comportamientos de forma activa.
Los gestos y movimientos repetitivos de los gorilas «pueden ayudarnos a comprender cuándo surgieron otras habilidades de aprendizaje en nuestros ancestros».
Luef añade que, en general, el lenguaje no verbal no suele ser tenido en cuenta en las investigaciones sobre la comunicación entre primates. En cambio, los estudios sobre el ser humano sí que incluyen lenguaje verbal y no verbal.
«Ése es el enfoque correcto, y deberíamos hacer lo mismo con los simios».
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