Crimen y castigo entre chimpancés
Los chimpancés son animales muy sociales. Viven en grupos de varias decenas de individuos, cazan juntos e incluso cooperan en la defensa de su comunidad. Se cree que tienen un sentido de la «justicia» similar al de los seres humanos, y se sabe que tienen comportamientos altruistas. También castigan.
El castigo es una figura que puede ayudar a sostener la cooperación grupal. Es una forma de disuadir a los individuos dispuestos a aprovecharse del esfuerzo de los demás. Para que no lo hagan, o los beneficios no sean tales.
Una peculiaridad de las sociedades humanas es la figura del «castigo a terceros», en la que un sujeto castiga a otro por una acción negativa que no le afecta directamente. Jueces, policía y sistema penitenciario, por ejemplo. Un grupo de investigadores se propuso descubrir si también existe este comportamiento entre los chimpancés, que son, junto con los bonobos, los parientes vivos más cercanos de los homo sapiens.
Los resultados de sus experimentos muestran que estos simios sólo dan un escarmiento cuando la acción antisocial les incumbe a ellos directamente. Ni siquiera cuando un chimpancé tiene una relación de parentesco con la víctima castigará al «delincuente».
El experimento del «castigo a terceros»
Los investigadores, que publicaron sus resultados en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences, diseñaron un experimento en el que el castigo no entrañaba violencia física. Así, dieron a 13 chimpancés la oportunidad de castigar «delitos» de terceros dándoles la oportunidad de tirarles la comida al suelo.
Ya se sabe por experimentos anteriores que los chimpancés consideran un «delito» que alguien les robe la comida. Así que los investigadores diseñaron un mecanismo en el que tentaban a un simio a robar a otro y daban a un tercero la posibilidad de interceder volcando la plataforma con la comida. Si los chimpancés castigasen los delitos de otros, por tanto, deberían volcar dicha plataforma cuando un simio «ladrón» fuese a cometer su «crimen».
Como método de control —para saber que los resultados no tenían otra explicación que se les hubiera escapado— también les sometieron a otros experimentos similares, pero con pequeños cambios. En algunos no había víctimas, o la comida la retiraba uno de los investigadores, o sencillamente no había ladrón. Su tendencia a represaliar fue mínima en todos los casos.
Sí castigaban, sin embargo, cuando eran la víctima directa. Cuando la comida se la quitaba a ellos. Aun así, como las sociedades de chimpancés tienen una jerarquía entre individuos, en general sólo los que estaban en posición dominante frente al «ladrón» se atrevían a tomar represalias.
Todavía no se sabe cómo surgió el «castigo a terceros» entre los seres humanos. Por qué entre los homo sapiens un sujeto puede castigar el comportamiento antisocial de otro aunque no tenga consecuencias directas para él. ¿Es acaso más adecuado para fomentar la cooperación grupal que la represalia directa? De momento no se sabe.
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