POR UNA CIUDAD SANA
Se escuchan propuestas vagas, con mucho palabreo de estadísticas y gráficos, pero no hechos concretos a proponer de una forma inmediata y con contundencia.
Para el transporte existe una serie de medidas que aunque suponen un esfuerzo económico, sería la solución para muchos de nuestros problemas en la cuestión de este tema y reduciría las emisiones de gases invernadero de una forma rápida y eficaz.
Lo mismo que se ha entregado una tarjeta de transporte gratuito en la ciudad de Madrid a 25.000 participantes de la COP25, en todas las ciudades el transporte debería ser gratuito para todos los ciudadanos, contando con un servicio público rápido y eficaz. De esa forma se prohibiría la entrada de vehículos a la ciudad excepto para los residentes, disminuyendo sin duda alguna las partículas contaminantes. A su vez, se debería acometer la implantación de jardines verticales y en las azoteas de árboles y vegetales, llenando todas nuestras calles de árboles que nos darían sombra y combatirían el efecto invernadero en dos frentes: en las olas del calor y en la absorción de CO2, implantando a su vez más zonas verdes y carriles verdes en nuestras ciudades. El dinero empleado para tomar estas medidas, serían menor que el que hoy se emplea en gastos de sanidad por las enfermedades y miles de muertes que se producen en las ciudades por culpa de la contaminación. Por supuesto, todas las calderas de carbón y de gasoil serían prohibidas realizando una reconversión con ayuda de las administraciones. Solo estas simples medidas que tenemos la suficiente capacidad tecnológica y financiera para realizarla, sería un gran paso para la humanidad. Existieron millones de euros para salvar a la banca…¿acaso no puede existir millones de euros para tener una ciudad limpia, respirable y sana, salvando además la vida a miles de personas?
Respecto al transporte por tren, los billetes tendrían que ser más reducidos para fomentar su uso. Una familia de cinco personas que vaya por tren a una ciudad de España, le supone un gasto enorme fomentando el uso del coche que le saldrá más económico. Ese es otro aspecto a tratar para la lucha contra el cambio climático. Pero para ello se necesita voluntad política y exigir menos beneficios millonarios de las multinacionales que son las que se enriquecen a costa de haber dado los políticos el transporte público a empresas privadas.
Soluciones existen, como el uso de motores solares para los coches, de hidrógeno o magnéticos. Motores duraderos que no contaminarían en absoluto, pero que tampoco claro está, sería un gran beneficio para el gobierno con sus impuestos y para las grandes multinacionales. Nos quieren vender el coche eléctrico y no dicen nada (como en su día tampoco dijeron en la compra de los vehículos diesel que decían contaminaban menos), de las baterías grandes de litio que lleva el mismo, el coste de luz que lo subirán ni que esas baterías hay que cambiarlas cada cuatro años más o menos con el consiguiente costo económico y destrucción de los recursos naturales, en este caso del litio, que ya está siendo un grave problema en las poblaciones indígenas por su extracción. ¿Por qué no se habla de ello? ¿Qué pasará con esas baterías? ¿No es mejor motores solares, de hidrógeno o mejor aun magnéticos? Estas simples soluciones que existen y tenemos ciencia para ponerla en práctica, no se quieren discutir ya que no lleva acarreado beneficio para los estados o sus multinacionales.
Ahora, dicen que para usar menos el avión que contamina mucho más que los vehículos, algunas compañías va a subir los precios de los billetes. Y con ello se quedan tan anchas como si estuvieran contribuyendo a la lucha contra el cambio climático. Y no, de esa forma y sabiendo que las personas van a seguir utilizando el avión, tendrán más beneficios a costa de los ciudadanos. Increíble, en lugar de estudiar nuevos combustibles para los aviones.
Como vemos, estamos en una encrucijada que topa continuamente con el muro del poder económico y los intereses políticos. Mientras ese muro no se rompa de una manera contundente, no habrá salida para evitar el abismo al que nos enfrentamos.
Otro problema está en el consumo y sobre todo en la obsolescencia programada en todos los aparatos electrónicos. Una estrategia de las empresas para que se consuma de forma continuada y que a los dos años deje de funcionar los aparatos que compramos para nuestras viviendas. Este chantaje, esta estafa consentida por los Estados, debería ser un delito y ser perseguida por ley. No pueden venir los gobiernos a un COP25 diciendo que nos estamos cargado el mundo, que se necesitan acciones y por el otro lado consentir y aplaudir estos sistemas capitalistas que van contra nuestro entorno y nuestros ecosistemas.
Soluciones hay. Pero no hay voluntad política que mira para otro lado y hace recaer la responsabilidad de lo que está ocurriendo a los ciudadanos. Grave error que se pagará con creces si no se toman medidas rápidas y eficaces para impedir estas estafas consentidas.
Por una ciudad limpia. Por un transporte sostenible. Por unos servicios en las ciudades gratuitos para el movimiento de las personas. ¿Por qué no se escuchan estas soluciones en el Vip azul de la COP25?
Pedro Pozas Terrados
Director Ejecutivo del Proyecto Gran Simio
Nombrado por la Secretaría del Cambio Climático de Naciones Unidas, como Observador de la Sociedad Civil.
NOTICIA HOY DE LA ONU: